El 20 de septiembre de 2017, el huracán María tocó tierra en Puerto Rico como un ciclón de categoría 4, marcando un antes y un después en la historia de la isla. A siete años de la catástrofe, recordamos la devastación y las lecciones aprendidas.
Un azote sin precedentes
María azotó la costa sureste cerca de Yabucoa con vientos sostenidos de 250 km/h. La geografía montañosa de Puerto Rico, lejos de mitigar el impacto, exacerbó la situación. El aire húmedo se elevó y enfrió, generando lluvias torrenciales que provocaron inundaciones catastróficas. La infraestructura de la isla colapsó, dejando a toda la población sin electricidad.
Consecuencias devastadoras
El apagón se prolongó durante meses, afectando gravemente hospitales, escuelas y hogares. La falta de energía provocó la descomposición de medicamentos, la interrupción de servicios básicos y un aumento significativo en el número de fallecimientos. Se estima que el huracán causó cerca de 3,000 muertes en los meses siguientes, no solo por el impacto directo del viento y las inundaciones, sino también por las consecuencias indirectas de la falta de electricidad.
- Hospitales al borde del colapso.
- Escasez de agua potable.
- Dificultad para acceder a alimentos y medicinas.
- Aumento de enfermedades transmitidas por vectores.
Lecciones aprendidas
El huracán María reveló la vulnerabilidad de la infraestructura de Puerto Rico y la necesidad urgente de fortalecer la resiliencia ante desastres naturales. La reconstrucción de la isla ha sido un proceso lento y complejo, pero también ha brindado la oportunidad de implementar mejoras en la red eléctrica, los sistemas de comunicación y la planificación urbana.
A siete años de la tragedia, Puerto Rico sigue trabajando para recuperarse y construir un futuro más seguro y sostenible. La memoria de las víctimas y la solidaridad demostrada durante la crisis son un recordatorio constante de la importancia de la preparación y la colaboración ante los desafíos que plantea el cambio climático.