La reciente entrega de los Martín Fierro 2025 dejó momentos de brillo y glamour, pero también instantes de tensión. La reconocida vedette Marixa Balli fue una de las protagonistas de un inesperado drama que la llevó a las lágrimas, según revelaron en el programa LAM.
Un imprevisto de último momento
Todo comenzó cuando la diseñadora de Marixa Balli, quien era mamá primeriza, dio a luz repentinamente. Este feliz acontecimiento, sin embargo, dejó a la vedette sin el vestido que había planeado lucir en la prestigiosa ceremonia. "Parió a la tarde y, obviamente, la plantó", comentó Ángel de Brito en su programa.
Improvisación y desilusión
Ante la urgencia, Marixa Balli tuvo que recurrir a la improvisación. "Se probó varios vestidos que ya tenía y, finalmente, usó en la premiación el que vistió en su visita al programa de Mirtha", explicó Matilda Blanco, crítica de moda y ex compañera de Balli en LAM. Aunque el vestido le sentaba bien, la vedette no estaba del todo conforme. "No era lo que ella quería. Dijo que lloró y que estaba re mal", agregó Blanco.
La situación generó gran desilusión en Marixa Balli, quien había depositado grandes expectativas en su look para la noche de los Martín Fierro. El inesperado percance la obligó a cambiar sus planes y a conformarse con una opción que, si bien la salvó del apuro, no era la que había soñado.
Un final agridulce
A pesar del mal momento, Marixa Balli logró sobreponerse y asistir a la ceremonia. Matilda Blanco incluso destacó que la elección de los zapatos, unas plataformas de taco aguja, contribuyó a que se sintiera más cómoda y segura. Sin embargo, la tristeza por el vestido perdido persistió. "Cayó con su carry-on, pidió el baño y se quedó ahí un rato largo", reveló Ángel de Brito, evidenciando el impacto emocional que tuvo el imprevisto en la vedette.
La historia de Marixa Balli en los Martín Fierro 2025 es un claro ejemplo de cómo los imprevistos pueden arruinar incluso los eventos más glamorosos. A pesar de la desilusión, la vedette demostró profesionalismo y actitud para afrontar la situación, aunque el sabor amargo de no haber podido lucir el vestido deseado seguramente perdurará en su memoria.