Las declaraciones de Malena Pichot, justificando la agresión sufrida por Roberto Funes Ugarte durante una marcha feminista, han generado controversia y reabierto el debate sobre los límites de la protesta y la violencia. El incidente ocurrió durante una movilización convocada por Ni Una Menos en reclamo de justicia por el triple femicidio de Florencio Varela.
Funes Ugarte, quien cubría la marcha para La Nación+, fue expulsado y agredido por algunos manifestantes. Tras la difusión de las imágenes, Pichot, en su programa de stream Furia Bebé, expresó su apoyo a la expulsión del periodista, aunque matizando su postura respecto a la violencia física. "De que lo empujen eh. No te digo que le peguen. No, que le peguen, no. De que simplemente lo vayan arriando hacia fuera de la marcha a una persona que no quiere nada de lo que se está pidiendo ahí", dijo Pichot.
Esta justificación desató una ola de críticas y reflexiones sobre la legitimidad de la violencia en el marco de las protestas feministas. Pichot, lejos de retractarse, ironizó sobre la imagen del feminismo: "Después, claro, se agarran de eso y dicen que las feministas somos agresivas...", a lo que su compañera Vanesa Strauch respondió: "¿Recién se enteran? Las feministas somos agresivas".
Las palabras de Pichot han sido interpretadas como una admisión de la agresividad inherente al movimiento feminista, una visión que no todos comparten. Mientras algunos defienden la acción directa como una herramienta legítima de lucha, otros la consideran contraproducente y perjudicial para la causa.
El debate continúa abierto, y el incidente con Funes Ugarte sirve como disparador para analizar la complejidad del feminismo y sus diversas expresiones, incluyendo aquellas que recurren a la confrontación y la violencia verbal o física. La pregunta central sigue siendo si la violencia, incluso justificada como respuesta a la opresión, es un camino efectivo para lograr la igualdad y la justicia.